"Latitud Sur", el boom literario del Cabanyal

El típico barrio valenciano de El Cabanyal se adueñó de la casa del arte iberoamericano. Latitud Sur abrió sus puertas de la mano del argentino Jorge Díaz y de la española Isabel Gómez y es el boom literario de la barriada marítima que está de moda en Valencia (España).
miércoles, 26 de julio de 2017 · 21:52

Hay una librería de autores. Una librería de soñadores. Es una casa que apunta al Sur. Parece un azulejo típico del Cabanyal. Una barraca de pescadores de versos. Sus puertas se abren en la avenida del Mediterráneo al 19 en Valencia.

Dicen que allí se cobijan los poetas que corren detrás de las palabras, los juglares que llaman a los dioses, los cantautores que cantan a cada región del planeta, los pintores que pintan los sueños con colores que no existen, los artesanos que moldean hombres y mujeres del futuro, y fotógrafos que retratan el aire que llega de los mares.

Latitud Sur abre sus puertas todos los días como si fuera una fiesta, abre con frases como si fueran editoriales diarias.

El argentino Jorge Díaz limpia una pizarra, toma una tiza y escribe: “Un pájaro posado en un árbol nunca tiene miedo a que la rama se rompa porque su confianza no está en la rama sino en sus propias alas”. Luego sale a la vereda y deja para que los vecinos lean, discutan, se alegren o lancen gestos a las nubes del barrio.

De la mano de Díaz y de la española Isabel Gómez llegó la apuesta librera y editora Latitud Sur, pero con el correr de los días fue amasándose en un centro cultural, en una casa del arte iberoamericano.

Isabel Gómez dice que la casa pretende ser un punto de encuentro entre ambas orillas del Océano Atlántico, unidas por una lengua común y una cultura diversa pero complementaría. Sin embargo, la literatura italiana tiene su stand, la inglesa su anaquel y la francesa una vidriera. Todas conviven de manera armoniosa con El Gaucho Martin Fierro con Don Quijote de la Mancha, Ernesto Sábato o Jorge Luis Borges, García Lorca, Julio Cortázar, Miguel Delibes o Camilo José Cela, y con los grandes autores actuales María Dueñas, Fernando Aramburu, Almudena Grandes, Hugo Montero, Inés Torres, el republicano Paco Arenas, Antonio Hernández, José Hierro, Mariano Saravia, o Pérez Reverte, entre tantos.

Un día de verano con más 40° de grados y un sol azotando las costas salió Díaz con su pizarra y la frase que marcaba la jornada de la casa era: “la libertad existe sólo en la tierra de los sueños”. El editorialista deja en claro que las arengas son de Acción Poética y aseguró que la poesía vive en la frontera invisible entre los barrios del Cabanyal y el Canyamelar.

Cuando el periodista Eduardo Almiñana le dio la bienvenida al nuevo espacio para la literatura en la publicación “Valenciaplaza” hubo un tembladeral de emociones. El barrio sintió el sismo de versos y sus vecinos que aún huelen a mar y pesca, salieron orgullosos a mostrarse cómo crecieron

en los últimos años en Valencia y en toda España. Cabanyal se adueñó de la casa fecundada por el argentino Díaz y la española Gómez, y la bohemia se reencontró en sí misma y ahora “viva y coleando” reposa en época de millennials después de una diáspora lacónica en el viejo continente.

Sus mentores se fueron brotados desde América y no esperaban que los colores y el sol valenciano los germinara tan rápido. Quiere decir, dijo Isabel, que “hay futuro en la Sudestada o en el Punto de Encuentro o en Corprens que llegaron como proas de editoriales que se escapan de la lógica, como sus escritores, sus títulos, sus palabras.”

 

El despertar de un barrio

El despertar de Cabanyal es un logro de los vecinos que lucharon contra el olvido intencionado. Es parte del corazón valenciano pese a que los oscuros poderes de moda en años difíciles quisieron desterrar la historia de los poblados marítimos. Quisieron mostrar que los pescadores no iban a pertenecer al Valencia pos moderno. Sin embargo, la resistencia de los vecinos que llevan la descendencia marinera con orgullo convirtió al barrio en la codicia de los desarrollistas actuales. Aunque están los artistas y los que ponen en las calles, sus convicciones, y están sin apuro, pueden seguir esperando pero están firmes contra la destrucción y la especulación.

 

A Cabanyal se le suma Grao, Cañamelar y Malvarrosa y juntos son una flor urbanística.

Latitud Sur parece una trinchera más en las largas calles paralelas al mar con sus casitas coloridas y las antiguas barracas de los pescadores. Una retícula surgida por la costumbre de los hombres de mar de construir sus almacenes justo en el litoral.

Siempre los pueblos triunfan porque tienen orígenes populares que también explican los colores que surgen de los lifting de sus fachadas y la presencia del típico azulejo como material barato y decorativo. Las tradicionales calles Progreso o La Reina o la Avenida Mediterránea son testigos de lucha y resistencia y hoy se muestran elegantes, señoriales ante el turismo internacional.

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