El calvario del hijo del represor carlospacense Quijano

El hijo del represor carlospacense Luis Alberto Quijano, quien se desempeñara durante la última dictadura en los centros clandestinos de detención La Perla y Campo de la Ribera, declaró en el marco de la megacausa.
jueves, 25 de agosto de 2016 · 09:52
Carlos Paz. El hijo del represor carlospacense Luis Alberto Quijano, quien se desempeñara durante la última dictadura en los centros clandestinos de detención de La Perla y Campo de la Ribera, declaró en el marco de la megacausa y contó que presenció torturas y que era obligado por su padre a trabajar para los militares. "Me daban los casettes de las sesiones de tortura"; reveló.

Era el año 1976 y con apenas 15 años y por ser el hijo mayor, Luis Alberto Quijano comenzó a cumplir diversas tareas en el Destacamento de Inteligencia 141 dependiente del Tercer Cuerpo de Ejército y se encargada de reunir toda la información vinculada a los detenidos. Había sido criado a los golpes por su padre, un oficial de Gendarmería que se especializaba en Inteligencia y que (tras el golpe de Estado) se integró a la temida "patota" de La Perla y participó en varios secuestros, allanamientos sin orden de detención, hurtos de bienes, torturas y desapariciones.

"Mi tarea en el destacamento era destruir documentación clasificada. No se confiaba mucho en los colimbas, por eso me pusieron a mí de encargado. Yo dependía de Aguilar, un oficial que era como mi tío y me hacía creer que yo también era un oficial de inteligencia"; dijo el testigo. "Yo tenía que destruir fotos, documentos, pasaportes, títulos, libros, todo lo que pertenecía a los detenidos. Me habían dado un arma y me llevaban con ellos cuando realizaban secuestros y allanamientos. Yo tenía que cuidar el vehículo y espantar a los vecinos curiosos"; manifestó.

En otro fragmento de la declaración, el testigo aseguró: "Me daban casettes de las torturas para oírlos. No era agradable, pero estaba acostumbrado. Dos amigos de la escuela también los escucharon, porque yo los tenía conmigo. Para mí, era algo normal y no los tengo porque se me ordenó destruirlos. Sé que a los presos se los ataba de pies y manos a la cama y se les ponía el voltaje directo. Recuerdo que no se les podía dar agua porque morían de un infarto. Nadie se resistía a la picana, ellos (los militares) le decían la máquina". Asimismo, también se pronunció sobre sus vistas a La Perla: "Cuando llegué me asomé por una puerta y vi la cuadra. Tenían en cautiverio a cientos de detenidos, estaban aislados, muy golpeados y con hambre".

Luis Alberto Quijano (hijo) dijo que los detenidos eran asesinados y arrojados a fosas comunes. "Ellos (los militares) hablaban del pozo. Sacaban gente de La Perla, venían los camiones de la Brigada y los cargaban. Les hacían cavar pozos y los mataban y enterraban. Sé que cuando llegó la época de Alfonsín se trajeron, no sé de dónde, máquinas para abrir los pozos. Se molió todo: los cuerpos y la tierra". "Los militares tenían la facultad para fusilar gente. No se usaba orden de allanamiento. Eran dueños de la vida y la seguridad de todos"; puntualizó Quijano, quien contó que atravesó una infancia difícil y caracterizada por los problemas de conducta.

Comentarios