Queipo de Llano el mediocre general que sembró la muerte en Andalucía

miércoles, 9 de agosto de 2017 · 07:07

Por Paco Arenas

Desde Valencia, España.

 

El visitante que llega a Sevilla y visita la basílica y se encuentra con la tumba del general Gonzalo Queipo de Llano y Sierra, tal vez puede llegar a pensar que allí yace un santo varón; sin embargo, bajo esa losa yace uno de los mayores criminales franquistas de la historia, que sembró la muerte por igual en ambos frentes, gracias a sus instintos asesinos y a que se creyó la “estrella de la radio”.

Queipo de Llano fue un mediocre general español que se unió a los golpistas liderados por Franco por cobardía, que necesitaba demostrar que era más fascista y criminal que Franco, para lo cual bañaba su impostura y cobardía en aguardiente. Posiblemente nadie se le puede igualar en crueldad y en su capacidad para regar de sangre inocente las tierras de España. Nunca en España, ni siquiera Franco, que ya es mucho decir, ha provocado tantas muertes evitables. Posiblemente sea el mayor criminal de la historia de España durante la guerra civil española, por desgracia no el único. Con su voz de borracho sembró el terror y la muerte a través de las ondas radiofónicas en ambos lados del frente. En el lado que controlaban los golpistas alentando el asesinato, el latrocinio y la violación mujeres e incluso de niñas.

El hispanistas Preston en su libro “La forja de un asesino: El general Queipo de Llano.”, le califica de matón y chivato, pero también dice de él que era un ser mediocre y que “lo que le faltaba de intelecto, parecía compensarlo en energía y agresividad”. Violento fue desde su más tierna infancia, sus padres decidieron que lo mejor era meterle a sacerdote. Terminó huyendo del seminario después vocación terminase siendo militar.

Le gustaba estar en lo más alto, y era capaz de cualquier cosa con tal de subir en el escalafón militar. Sin embargo se le veía venir a la legua y no ascendía como él consideraba que debía ser. Llegó a general de brigada a general de brigada tras la Guerra del Riff , sin embargo pasó a la reserva de inmediato, impidiéndole continuar ascendiendo, siendo tildado por el dictador Primo de Rivera de “díscolo e indisciplinado”.

Resentido hasta la médula, se hizo republicano, rebelándose en 1930 contra la monarquía de Alfonso XIII, por no haber hecho el pornográfico, y también traidor rey. Condenado al exilio regresó a España con todos los honores al proclamarse la República. Estaba obsesionado con ser diputado y para lograrlo ejerció de chivato de sus compañeros golpistas, los mismos a quienes después se uniría a no conseguir convencer, ni engañar, tampoco al presidente don Manuel Azaña.

En las fechas inmediatas al levantamiento militar, "al mismo tiempo que estaba jurando lealtad a Martínez Barrio, Queipo estaba también en contacto por correspondencia con el general Mola sobre su posible incorporación a la conspiración militar".

Cuando en el 18 de julio, siguiendo sus instintos asesinos redacta un bando de guerra para justificar el asesinato de hombres mujeres y niños, utilizando para ello la colaboración de otro criminal fascista, el capitán de infantería Manuel Díaz Criado, que según el libro de Prestón era:

"un gánster degenerado que usó su cargo para saciar su sed de sangre, enriquecerse y lograr placer sexual".

Quiepo de Llano tomó afición a las ondas radiofónicas, desde el primer día del golpe de Estado contra la legitimidad de la República, sabiendo que los franquistas avanzarían a sangre y fuego sobre la capital andaluza realizó su primer llamamiento.

“¡A las armas! La Patria está en peligro y para salvarla (…) unos cuantos generales hemos asumido la responsabilidad de ponernos en frente de un movimiento salvador que triunfa por todas partes. Tropas del Tercio y Regulares se encuentra ya camino de Sevilla, y en cuanto lleguen, esos alborotadores serán cazados como alimañas. ¡Viva España!”

Después, sus posteriores intervenciones fueron peor, sobre todo de sus borracheras de aguardiente, era entonces cuando incitaba a ambos bandos al asesinato y violaciones en masa, aquí un ejemplo:

“Nuestros valientes legionarios y Regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y, de paso, también a las mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen, ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen”.

“Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable: ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad”.

“Ya conocerán mi sistema: Por cada uno de orden que caiga, yo mataré a diez extremistas por lo menos, y a los dirigentes que huyan, no crean que se librarán con ello: les sacaré de debajo de la tierra si hace falta, y si están muertos los volveré matar”.

Sus palabras llegaban a ambos lados del frente, primero se dirigía a la zona facciosa, después a la retaguardia republicana incitando a los fascistas al asesinato, y de manera indirecta a los amenazados, que sabían lo que les esperaba una vez que entrasen las tropas golpistas en sus pueblos.

Con su historial de traidor y asesino, parecía anhelar el puesto del jefe de los militares traidores, y convertirse él en el generalísimo de las fuerzas golpistas; por tanto, no es de extrañar que Franco, temeroso del gran poder de Queipo de Llano en Andalucía, viendo peligrar su liderato, antes de terminar la guerra lo confinase en Roma, eso sí, después de haberle nombrado marqués y mantenerlo a cuerpo de rey en la ciudad eterna.

Sí, Franco por miedo a Queipo de Llano y en en premio a sus crímenes le nombró marqués. La monarquía de Juan Carlos de Borbón, fiel continuadora de aquel Régimen de terror y de sus principios elementales, mantuvo el título otorgado por el dictador, siendo renovando por última vez por el gobierno de Mariano Rajoy en 2012, de manos de ministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón.

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