Brasil en lucha

Por Elaine Tavares

Agencia Alai Amlatina

Este jueves, en Brasil, amaneció con la gente en lucha. Fue un día de huelga general en contra de las contrarreformas propuestas por el gobierno ilegítimo de Michel Temer. Dos de ellas son particularmente devastadoras para los trabajadores: la reforma de las pensiones y la reforma de las leyes del trabajo. En la primera, el gobierno propone que el trabajador solo pueda jubilarse después de 49 años de contribución y 65 años de edad. Hay que cumplir la dos. Como se sabe, en un país dependiente como Brasil, el empleo formal no es una cosa que todos pueden tener. Hoy, más de la mitad de la población económicamente activa está en la informalidad. Nadie puede tener 49 años de contribución de manera seguida. Así, en la práctica, casi ningún trabajador logrará llegar a la jubilación con su sueldo completo. Y lo más perverso es que aquél que tiene su puesto de trabajo asignado es obligado a contribuir, aunque sepa que nunca se va a jubilar.

 

La reforma laboral echa por tierra prácticamente todas las leyes del trabajo conquistadas con mucha lucha en el gobierno de Getúlio Vargas, en la década de 50 del siglo pasado. El centro de la reforma es un artículo que garantiza al patrón que lo que es negociado con el trabajador vale más que la ley. O sea, el patrón impone lo que quiera que no habrá ley alguna que le obligue a respetar los derechos. En realidad, la ley de Temer es la desreglamentación general del trabajo. 

 

Esa ley ya fue votada en el Congreso Nacional el último miércoles. Los diputados, después de muchas maniobras por parte de la gente del gobierno, aprobaran por amplia mayoría esa destrucción de las leyes laborales. Eso ha dado mucho más fuerza a la huelga de este viernes. Durante la votación, en Brasilia, los diputados, además de permanecer sordos a los gritos de los trabajadores, incluso fueran capaces de mandar a la policía a atacar al campamento indígena instalado al frente del Congreso, también en lucha por sus demandas de territorio. El ataque injustificado a la manifestación pacífica de los indígenas ha puesto mucho más leña a la hoguera.

 

Por eso este viernes amaneció tenso. En las principales ciudades del país, la vida ha parado. Las rutas fueran cortadas con barricadas y el transporte colectivo no ha funcionado. La intención era impedir que la gente saliera de casa para el trabajo. En ciudades como São Paulo, Brasilia y Rio de Janeiro los enfrentamientos con la policía empezaran muy temprano, pero aun así los trabajadores lograran hacer que la mayoría no saliera a trabajar. El centro de São Paulo, corazón económico del país, estaba vacío a las ocho de la mañana.

 

Otras ciudades medias y chicas también amanecieron paradas, con los trabajadores en las calles. La respuesta a un gobierno ilegítimo y a un Congreso corrupto está siendo intensa y fuerte. Es la primera vez en muchos años que un gobierno logra tener tanto repudio. Al final, ese gobierno es fruto de un golpe. Ya el Congreso, donde por lo menos 40% de los diputados está involucrado en algún caso de corrupción, no tiene ningún respaldo de la gente.

 

Los medios de comunicación del país, en su mayoría trabajan en contra de la huelga. La cobertura llega a ser criminal porque no informan los motivos que están llevando a la gente a la lucha en las calles. De manera general los grandes medios – que han recibido 2.000% más de la pauta de ese gobierno– están defendiendo a Temer y a su política de destrucción de los trabajadores y del país.

 

Por la tarde se desarrollarán actos masivos en todas las ciudades. La huelga ya es victoriosa y el pueblo está dando su respuesta al gobierno golpista.

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