Diez grandes mentiras sobre Venezuela y su revolución

martes, 5 de diciembre de 2017 · 06:41

Por Carlos E. Lippo

Agencia Alai Amlatina

Desde hace muchísimos años tengo la más absoluta convicción de que en lo único en lo que el sistema capitalista ha logrado superar al socialista en estos últimos 100 años transcurridos desde el ascenso al poder de la primera revolución socialista consolidada de la historia, es en el haber desarrollado un formidable aparato propagandístico por medio del cual ha logrado manipular la opinión pública a escala mundial, induciéndole a aceptar y hasta celebrar sus supuestos logros, ocultando totalmente sus errores, fracasos y contradicciones, al mismo tiempo que intentaba hacer lo inverso con todas las sociedades socialistas que han existido y aún existen sobre la faz del planeta.
 
Un innegable gran logro de las potencias capitalistas, basado en el impúdico uso de dicho aparato propagandístico, ha sido el que casi la mitad de los seres de este planeta identifique su sistema, que es terriblemente injusto, opresor, alienante, inequitativo, depredador, tramposo, xenófobo, misógino, etc., etc., etc.,  con la libertad, la justicia, la igualdad, la democracia y en general con todos los más altos valores de la especie humana; al mismo tiempo que han logrado atribuir a los gobiernos de ideología socialista todos sus más aberrantes antivalores, a juicio de esa misma mitad de la humanidad.
 
Como si esto fuera poca cosa, resulta lamentable el hecho de que bajo el influjo de esta propaganda no son pocos los camaradas que aún asumen como ciertas no pocas de las grandes falacias ampliamente divulgadas por el aparato comunicacional capitalista, como lo es aquella de que el proceso erosivo comandado por esos redomados traidores llamados Gorbachov y Yeltsin, que terminase con la disolución de la URSS en 1991, tuvo su origen en un supuesto colapso económico iniciado en sus primeros años de la década de los ochenta, cuando ocurrió precisamente todo lo contrario, pues los niveles de producción más altos se registraron a finales de esa década y fue sólo a la caída de la URSS cuando comenzó a registrarse una disminución de la producción y un descenso de la economía rusa, que cayó en un 45 % entre 1991 y 1998. Aquellos que todavía creen que el comunismo soviético fracasó deben tomar en consideración que Rusia era para 1917 uno de los países más atrasados de Europa; que entre 1917 y 1991 la economía soviética registró un crecimiento continuo y que la producción en términos per cápita se incrementó en un 378 % en ese mismo lapso (1).
 
Una mentira de más o menos el mismo calibre es la que han propagado los Estados Unidos sobre Corea del Norte durante más de medio siglo, después de haberle asesinado más de 2,5 millones de civiles y haber dejado sin hogar a otros 5 millones durante el conflicto que dio origen a las dos Coreas, según la cual ese valeroso país padecía una hambruna permanente bajo su régimen socialista; mentira que viene siendo demostrada desde el casi el mismo fin de la guerra, pero que no resistiría mayor análisis a partir del hecho de que hace poco días Corea del Norte ha dado por terminado su programa nuclear con el lanzamiento experimental de un potente misil capaz de alcanzar cualquier punto del territorio continental de los Estados Unidos (2).  
 
En lo que va de siglo hemos sido testigos de grandes falacias urdidas por el imperio y difundidas  ampliamente por la canalla mediática mundial para intentar justificar sus más cruentas invasiones, cada una de las cuales ha sido posteriormente desmentida, aunque después de que un inmenso daño ha sido causado. Tal es el caso de: la presencia en Afganistán de Osama Bin Laden, el supuesto autor intelectual del derribo de las torres gemelas del WTC; la existencia de armas de destrucción masiva de todo tipo en Irak; y el bombardeo aéreo de civiles en Libia por parte de Gadafi, todas ellas mentiras comprobadas.
 
En nuestro caso ocurre que la Revolución Bolivariana ha sido ampliamente vilipendiada por los medios de la derecha aún antes de su ascenso al poder en 1999; un ejemplo de ello es que su máximo líder, el Comandante Chávez, fue acusado falsamente por Ernesto Samper, a la sazón presidente de Colombia, de estar detrás del infame ataque de la guerrilla colombiana al puesto naval fronterizo venezolano de Cararabo en 1995, sin haber aportado prueba alguna para apoyar tan temeraria acusación que fue ampliamente difundida por los medios de la derecha y sin ejercer ninguna acción, ni en favor ni en contra, cuando el comandante fuese al vecino país a desvirtuar tal infundio (3). Pero la generación de tales falacias por parte de los laboratorios de guerra sucia del imperio así como su amplia difusión por su aparato mediático se hicieron cada vez más profusas, hasta llegar a los niveles estratosféricos de la actualidad, a partir del 16 de mayo de 2004, momento en el cual Chávez decretase el carácter antiimperialista de la Revolución Bolivariana.
 
A continuación, sin más preámbulos, presentamos un listado de 10 de las más grandes mentiras divulgadas en contra de Venezuela y su revolución en el marco de la guerra no convencional que nos vienen aplicando, cada una junto a una brevísima argumentación que a nuestro juicio debería servir para desvirtuarla:
 
Venezuela es una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de los Estados Unidos, así lo decreta una Orden Ejecutiva suscrita por Barack Obama el 05/03/2015, afirmación absolutamente falaz que él mismo se encargó de desmentir 5 días más tarde, con las siguientes palabras: "No creemos que Venezuela sea una amenaza para Estados Unidos y Estados Unidos no es una amenaza para Venezuela", pronunciadas en una entrevista exclusiva con Efe (4), realizada antes de viajar a Panamá para participar en la VII Cumbre de las Américas, en cuya reunión plenaria las volvió a pronunciar ante la totalidad de los presidentes y jefes de gobierno de todas las naciones miembros de la OEA. A pesar de ello Obama prorrogó la vigencia de dicha Orden por una año, en el 2016 y poco antes de entregar la presidencia, la volvió a renovar a comienzos de enero del presente año.
 
El gobierno venezolano es una dictadura que viola los derechos humanos, sin embargo, Venezuela, que es miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, aprobó a comienzos de este año y en forma sobresaliente su segundo examen periódico universal (EPU), cuatro años y medio después de haber aprobado el primero (5), superando ampliamente a Estados Unidos que sigue siendo su más pertinaz detractor en ésta y otras muchas materias.
 
Venezuela es un narcoestado, cuando lo que realmente ocurre es que nuestra situación de vecindad con Colombia, que es el mayor productor/exportador mundial de cocaína, nos ha convertido involuntariamente, al igual que con muchos otros productos de uso legal, en país de tránsito de esta droga hacia EE.UU, que es el mayor consumidor mundial y también hacia Europa. Esta falaz acusación se mantiene a pesar de que la ONU en varias ocasiones nos ha declarado “país libre de cultivos ilícitos”, siendo la más reciente de ellas en agosto de 2016 (6), y de que el gobierno ha aumentado sustancialmente la cantidad de droga incautada a partir de la expulsión del territorio nacional de la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA).
 
Venezuela está aislada en el contexto mundial, algo que es absolutamente contradictorio con el hecho de que Venezuela que recientemente ha llegado a ser miembro temporal del Consejo de Seguridad de la ONU, esté ocupando, hasta el 2019, la presidencia pro témpore del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) (7), en el cual participan más de 120 países que representan más de 55 % de la población mundial; pero sumamente contradictorio además con las clamorosas victorias diplomáticas obtenidas por el país sobre el imperio y sus aliados durante este año en escenarios tan importantes como el Consejo de Seguridad de la ONU, la Asamblea General de ese mismo organismo y el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) (8). Todo ello sin mencionar el apoyo decidido de una multitud de organizaciones populares a nivel planetario.
 
Venezuela sufre una crisis humanitaria en el sector de la salud, que se trata de una crisis simulada decretada por la Asamblea Nacional en desacato, de amplia mayoría opositora, que obedeciendo las órdenes del Departamento de Estado y del Comando Sur, que ha dicho que sólo intervendría militarmente en el país en caso de que éste estuviese padeciendo una crisis humanitaria, se apresuró a decretarla en fecha ya tan remota como el mes de enero de 2016 (9). No negaremos que estamos padeciendo un desabastecimiento importante de medicamentos e insumos médicos de procedencia extranjera, cuya importación ha debido ser asumida en forma directa por el gobierno revolucionario una vez que las farmacéuticas locales después de haber recibido las divisas necesarias para importarlas a precio preferencial, se negaron a hacerlo; ocurre sin embargo que esta tarea está siendo boicoteada por agentes externos siguiendo las órdenes del imperio, como es el caso del gobierno de Colombia, que hace pocas semanas prohibió la venta al estado venezolano de medicamentos contra la malaria y el paludismo (10) y el reciente caso de la firma financiera Euroclear,  que desde hace 6 semanas no está bloqueando 450 millones de dólares destinados básicamente para la adquisición de medicamentos y alimentos en el exterior (11). Para finalizar el tema es oportuno y necesario señalar que a pesar de la terrible guerra económica que el imperio y sus aliados nos vienen aplicando desde hace años, seguimos siendo uno de los pocos países en el mundo que cuenta con atención médica totalmente gratuita para el pueblo.
 
Las medidas económicas del gobierno revolucionario han generado una aguda crisis alimentaria, siendo que durante los años de la revolución la producción ha aumentado hasta alcanzar cubrir el 85 % de los alimentos que consumimos. Lo que ocurre es que esta producción está controlada por dos grandes empresas de capital transnacional que siendo monopólicas deciden cuando colocan y cuando sacan del mercado los productos que generan escasez (12). Ocurre también que una gran cantidad de los alimentos que producimos o importamos, expendidos a muy bajo precio por estar subsidiados por el gobierno en beneficio del pueblo, es desviada ilegalmente hacia los países vecinos, como es el caso de Colombia a donde en épocas ha ido a parar hasta el 40 % de nuestros alimentos debido al contrabando de extracción promovido por las fuerzas del narcoparamilitarismo, contando con la complicidad del gobierno colombiano.
 
Venezuela forma parte del “Eje del Mal”, junto a Rusia, China e Irán, cuando el caso es que Venezuela, en pleno ejercicio de su soberanía, y como firme creyente de la necesidad de contribuir a crear un mundo multipolar, mantiene excelentes relaciones de índole diplomático, comercial, cultural y de cooperación militar con estos países. No olvidemos que en fecha ya tan remota como el año 2007 un memorándum oficial de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos (NSA) incluía a Venezuela entre sus seis “objetivos prioritarios”, siendo China, Rusia, Corea del Norte, Irán e Irak, los otros cinco países señalados en el mismo con igual carácter (13).
 
Venezuela se encuentra en situación de cesación de pagos (default), lo cual habría de ser una auténtica profecía autocumplida de las empresas calificadoras de riego financiero, que desde hace muchísimo tiempo lo vienen sugiriendo al establecer el llamado riesgo país de Venezuela a niveles muy superiores a los que ellas mismas establecían para países del área con economías comparables a la nuestra, como Colombia, pero agobiada por una guerra interna de más de medio siglo y hasta de países con economías mucho más pequeñas, como Jamaica y Panamá, no exportadoras de petróleo ni de ningún otro recurso estratégico, por añadidura. Y todo ello en una época en la cual nuestro país, que se encontraba en absoluta paz, logró que le certificaran las mayores reservas de hidrocarburos del planeta y disfrutaba de unos precios mundiales del petróleo superiores a los 100 dólares por barril. Lo que realmente ocurre es que Venezuela, que durante el gobierno del presidente Maduro ha pagado un poco más de USD 70.000 millones por concepto de deuda financiera, está experimentado serias dificultades para honrar los pagos en dólares, debido a las sanciones gringas que impiden la repatriación de los dividendos de CITGO en esa divisa, lo que le ha obligado a proponer a sus acreedores un refinanciamiento de su deuda financiera. Así mismo, la empresa Euroclear además de retener indebidamente nuestros fondos en la divisa estadounidense mantiene ilegalmente bloqueados unos títulos valores (bonos) emitidos por la república por un monto de USD 1.200 millones (11), motivo por el cual PDVSA ha debido solicitar un período de gracia de 30 días para poder pagar los cupones de los bonos con vencimiento en los meses de noviembre y diciembre del presente año.
 
El gobierno revolucionario venezolano se niega a llamar a elecciones, enorme mentira que produce profunda hilaridad si se toma en consideración que los gobiernos de Chávez y Maduro tienen que detentar todo un record mundial al haber promovido 23 consultas electorales, la última de ellas a celebrarse el domingo de la próxima semana, en casi 20 años de revolución. Es oportuno señalar que a lo largo de ese período se produjo sólo un aplazamiento de meses de una elección regional por estar organizando el CNE, a petición de la oposición, un referéndum revocatorio del mandato presidencial que no fue posible realizar porque no se cumplieron los requisitos de ley. Tan enorme falacia tiene su origen en el hecho de que el imperio y sus aliados pretenden obligarnos a celebrar unas elecciones presidenciales adelantadas, que por ley deben realizarse en diciembre del año 2018.
 
La oposición venezolana es mayoría y es democrática, que son dos mentiras insostenibles. La primera de ellas por hechos irrefutables tales como: haber perdido 20 de los 22 procesos comiciales realizados hasta la fecha; haber sido derrotada holgadamente en el más reciente proceso regional en el cual las fuerzas de la revolución obtuvieron 18 de las 23 gobernaciones de estado en disputa; y finalmente porque una reciente encuesta revela que mientras las fuerzas de la revolución agrupadas en el Gran Polo Patriótico suman un 37 % de aceptación, la oposición toda alcanza apenas un 22 % (14). En cuanto a demostrar que se trata de una oposición profundamente antidemocrática bastaría con decir que ha participado en: un golpe de estado exitoso (abril de 2002); un paro sabotaje petrolero (diciembre 2002 – febrero 2003); innumerables intentos fallidos de golpe de estado; tres cruentas jornadas terroristas causantes de innumerables víctimas mortales, en mayo de 2003, de febrero a mayo de 2014, y de abril a julio de 2017, además de que desde el golpe de abril sólo han reconocido la legitimidad de los dos procesos electorales en los que ha ganado.

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