Colombia: La firma de los acuerdos de paz en medio de amenazas e incertidumbres

jueves, 29 de septiembre de 2016 · 13:49
 
 
 
Por Nicolás Ramón Contreras Hernández
 
Resumen Latinoamericano.- Son las 12:19 de la tarde y me imagino a Cartagena desde este pueblo de cimarrones y Zenúes al que la mentalidad colonial de sus dirigentes le quiere atribuir hito fundacional, a un prófugo español que dicen se llamaba Diego de Cervella. Es un pueblo que al igual que Tolú, destila cultura picotera y festiva Cartagenera, pues hasta el 11 de noviembre festejan en medio de batallas con bolsas llenas de agua, batallas que en toda la historia de Colombia que nació en medio de guerras que la asolaron desde el siglo XIX, tuvieron el aliento de la iglesia católica, que la mayoría de las veces combatió contra los pobres y en favor de los ricos, hasta planificando el crimen del general Rafael Uribe Uribe  (Potdevin 2001), quien como muchos desmovilizados – Guadalupe Salcedo o Carlos Pizarro- luego de varios procesos de paz como éste  fue asesinado a hachazos a principios del siglo XX cerca del capitolio nacional, luego de la guerra de los Mil días, que terminó con la separación y pérdida de Panamá, una herida gringa que aún persiste en el escudo nacional.

 

Por ser un pueblo hipócrita y con unas élites asentados en la estética del embuste y del mito, Colombia narra y cuenta mal la historia de este nuevo proceso de paz y del conflicto que piensa exorcizar. Lo funda arbitrariamente con el detonante del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán y de las guerrillas que surgen de la expulsión de los campesinos de Marquetalia y la finca El Davis en el Tolima,  de esos que sólo pedían tierras para sembrar y unos cuantos créditos blandos con asistencia, pero que obtuvieron en respuesta bombardeos del gobierno de Guillermo León Valencia, el tatarabuelo de Paloma Valencia, la congresista del Centro que tampoco es democrático y sí extremista como los autores intelectuales de la cultura de los chulavitas y la Apopol, que empezaron sembrando el terror y la discordia por un trapo azul  o un trapo rojo, la misma corriente de podredumbre, que reinició en los años 80 del siglo XX,  el ya viejo paramilitarismo que Colombia había exportado en el siglo XIX al Paraguay, para hacer lo mismo que ahora, quitar la tierra a los campesinos (Galeano 2001).

 

Y es que el robo de la tierra y la traición al campesino, al indígena y al cimarrón que fueron la carne de cañón para fundar la nación y el apoyo pío a las desigualdades sociales y otras injusticias, desarrolladas como documentos apostólicos por la iglesia y las élites sometidas al imperialismo de turno, han estado detrás del rosario de guerras civiles que sacudieron la historia de Colombia y de Abyayala de sur a norte. Por tierras la iglesia católica inició la guerra de los supremos en 1857, adobada con el libre cambio inglés y las guerras entre ciudades en el Caribe y los Andes (Romero 1993) que precedieron y dieron paso a la Guerra de los Mil días, y años más tarde al asesinato del general Uribe Uirbe, magnicidio que rubricó el inicio de la hegemonía conservadora, instrumentalizada  por medio del despojo de las tierras cimarronas en el Canal del Dique, robo legitimado por el Estado del que fueron víctimas mis ancestros los Julio -de origen angoleño – y a otros campesinos en el Sinú y las riberas del Magdalena y el Cauca, siendo los hitos más duros con reacción campesina, los del Tolima, Cundinamarca y el Cauca.

 

En todos estos robos de tierras al campesino,  al cimarrón y al indígena -que ya la poseían antes de la independencia de Colombia – como me lo contó varias veces por tradición oral mi madre Ana María Hernández Julio y sus primos Blas Julio Julio y Anselmo Pérez Hernández, estuvo el colonialismo imperial como autor intelectual del divide y vencerás. Mis lecturas universitarias sobre el tema, me revelaron un nombre que se repite y cambia, sembrando guerras civiles, creando grupos paramilitares y promoviendo masacres desde Honduras – donde tumban a Jacobo Arbens- hasta Colombia y Panamá: la United Fruit Company, la misma que con esa razón social y con ayuda del ejército colombiano – que ha sido siempre de los multimillonarios y sus socios imperiales- ejecutó la masacre de las bananeras en Ciénaga, Sevilla y los pueblos bananeros del departamento del Magdalena. Luego pasaría a llamarse Chiquita Brand, pero esta vez además del ejército, contaría con los grupos paramilitares que patrocinó y formó durante la gobernación de Uribe la región del Sinú y Antioquia en 1991, cuando en alianza con el narcotráfico de los hermanos Castaño Gil forman las autodefensas (Uscátegui 2012).

 

Y es que tanto los chulavitas como los pájaros – nombres de los paracos de ayer- y las autodefensas AUC que ahora llaman BACRIM como sí con eso las balas hicieran cosquillas, siguen teniendo la bendición del partido conservador, los terratenientes liberales con periódico como Eduardo Santos y el sector conservador de la iglesia católica para los ricos, que a través de personajes como los monseñores Miguel Ángel Builes y Bernardo Herrera, los herederos morales de Caballero y Góngora, que hoy cuentan con un sector poderoso en la iglesia católica como monseñor Holmes Trujillo o el amanerado monseñor Rubiano, el que oraba con Santos y Uribe, para que las masacres guerrilleras fueran exitosa, como la masacre de Alfonso Cano, cuyo grupo de siete hombres fue masacrado por una fuerza militar de 700 hombres: nada distinto del espíritu de monseñor Builes que pedía a la feligresía matar liberales y no dejar ni el nido de la perra (Manosalva 2013).

 

A esta iglesia católica con motivo del Concilio vaticano II, le surgió su contrario en los curas del Proceso Golconda (Acevedo y Delgado 2012), como Camilo Torres Restrepo, Diego Uribe Escobar, Domingo Laín Sanz, Manuel Pérez Martínez y José Antonio Jiménez Comín, quienes terminaron vinculados al Ejército de Liberación Nacional y combatieron al Estado. Hoy a la iglesia católica para multimillonarios que predica a Jesucristo pero ejercita a satanás, se le suman los pastores evangélicos Orlando Castañeda, uno de los tantos empresarios de la fe que gerencian negocios espirituales como la Iglesia Ríos de Vida, La Iglesia Familiar Internacional -del concejal Marco Fidel Ramírez- Iglesia Casa del Reino, Iglesia Manantial adscrita a las Asambleas de Dios en Colombia, Iglesia Avivamiento (con lema "vive otra realidad”), la Iglesia Evangélica Bethesda y la Misión Carismática Internacional- mencionados por Rodríguez (2016)- cuyos "ministros” ministran a Uribe en una ridícula falsificación de Cristo, como la que hicieron los racistas de USA con su líder político Donald Trump.

 

Pero a estos comerciantes de la fe y del miedo, se le suman los nuevos miembros de la poderosa inquisición mediática, los émulos mediáticos de Rambo o de Lara Croft, que disfrazados de periodista y camuflados de periodismo ejercen un bombardeo Goebbelsiano contra la inerme opinión pública colombiana, en nombre de los intereses del paramilitarismo de los dueños de estos empresarios de la noticia como Claudia Gurissati, Harriet Hidalgo -la poetisa de Carlos Castaño- todos de RCN, junto a  Salud Hernández Mora , nacionalizada colombiana, y columnista de El Tiempo, Luis Jaime Acosta, de la agencia Reuters, Jorge Alfredo Vargas o el ministro de – IN- justicia Londoño, quienes en asocio con Fabio Valencia Cossio, han construido una sarta de mentiras que no aparecen en las 297 páginas de los acuerdos de paz: ni tribunal de las Farc, ni bloque de búsqueda de las Farc o garantías de impunidad.

 

Este falso periodismo, reforzado por telenovelas y narconovelas,  han logrado crear una verdad paralela y virtual donde los narcotraficantes son de izquierda y los paramilitares son héroes anti comunistas y por tanto buenos muchachos. Para este periodismo de pacotilla que se autoelogia de imparcial, sólo existe una categoría de víctimas: las de la guerrilla. Para ellos el conflicto fue una cruzada buena de los paramilitares que son unos buenos chicos, que ayudan al impoluto ejército, al cual han ido presentando como un cuerpo de ángeles guardianes de los ciudadanos, como sí los falsos positivos fueran hechos por el castrochavismo, y no precisamente por ese ejército para multinacionales de la empresa privatizadora y multimillonarios de la vida real, que ha masacrado campesinos para defender los intereses de chiquita Brand o Pacific Rubiales en las masacres de la Honduras, La Negra y el Tomate, entre otras, contando con el apoyo de generales como Rito Alejo del Río (CINEP 2004). Los medios informativos adscritos a Andiarios, con excepción de Vanguardia Liberal y Semana, han invisibilizado a las víctimas del paramilitarismo, los despojos de tierras y el origen del conflicto.

 

Este vergonzoso gremio que dice hacer periodismo por ejemplo, no ha se ha preocupado por difundir el texto de los acuerdos o un extracto de las 297 páginas, con una ubicación legal y constitucional de los acuerdos: da vergüenza que la Ley 160 de 2004 sea invocada por las Farc y no por el Estado colombiano, da vergüenza que sean las Farc quienes pulsearon en los acuerdos las unidades agrícolas familiares – UAF- y no el gobierno Santos con todos sus generales; que sean las Farc las que pidan la restitución de tierras y no el Estado legitimado por las urnas corrompidas por mermeladas y actores armados ilegales que obligan a votar. Es triste que la prensa no haya dicho que los acuerdos de La Habana están basados en el Pacto de Roma- lo cual dificultará la impunidad de todos los implicados- el Derecho Internacional Humanitario – DIH- y la Constitución política de Colombia con sus jueces y altas cortes. Y da mucha preocupación porque sí hoy cuanta el No con 30% de intención de voto y en ascenso, todo ello se debe al manto de miedo e incertidumbre soltado como veneno, por este periodismo que ejerce terrorismo mediático.

Este conflicto me ha enseñado que los resentidos sociales han sido y serán los multimillonarios y quienes con ellos se tomaron por asalto el poder, incluyendo los curas y quienes se la pasan acusando al movimiento nacional de víctimas MOVICE de resentidos sociales y parásitos que quieren hacerse con el dinero de estado, como sí ellos no se la pasaron robando y evadiendo impuestos, apareciendo en cuanto Panamá Papers y demás filtraciones de Wiky leaks sobre paraísos fiscales. Son ellos los que aprovechando el odio y el miedo, han logrado adormecer al pueblo, para despojarlo de sus derechos laborales y a la salud. Son quienes temen a los acuerdos porque hasta ahora, han logrado con éxito mandar a matar desde la oscuridad de la impunidad garantizada que estos acuerdos impedirán, porque garantizan el mismo trato a los autores intelectuales de las masacres y a quienes han financiado como Chiquita Brand, una empresa donde aspirantes a la presidencia de USA como Bob Dole, han invertido sus dólares.

Por eso temen la paz y el voto por el NO, el cual puede resultar victoriosos sino salimos a votar decididos, sin triunfalismos ni nada por el estilo…Mi voto por la paz, con perdón, pero sin olvidar a quienes han cometido masacres a izquierda y derecha. Porque estos acuerdos abran la puerta para que todos los criminales de lesa humanidad ocultos y descarados vayan a la cárcel o sean expuestos como lo que son: mafia de criminales con togas o sotanas o cobertura de honestos empresarios. Para que la verdad sobre el narcotráfico sea investigada y se esclarezca su poder en el fútbol convertida junto a otros deportes que mueven cifras escandalosas, como lavanderías vulgares del narcotráfico: tendrían que jugar todos los días con estadio lleno, aquellos equipos en Colombia y el mundo que pagan millones de Euros o dólares a sus deportistas.

Mi voto para que haya para el campesino, tierras y oportunidades de producir con bienestar y no bajo la miseria y al abandono y el acoso de los ejércitos privados y oficiales de un ejército que aparece como nacional pero que es de quienes se han adueñado del Estado colombiano, sin mandar sus hijos  a la guerra. Pues la primera verdad de esta guerra, es que el guerrillero del hijo de la vende tinto, mata al soldado hijo de la vende frito, que comanda un oficial de baja graduación que es hijo de una profesora: los resentidos sociales de verdad, no pelean la guerra, la ven en la comodidad de sus pantallas gigantes en casa. Ahora son las 07:02 PM y un avión de la fuerza aérea surca los cielos de Cartagena dos veces sobre el recinto amurallado; el trauma asusta a Timochenko que vuelve a evocar los amores de Mauricio Baibilonia y la Meme, a las mariposas amarillas que lo sobrevolaban: dice Timochenko que esta vez no vienen a descargar bombas, ya repuesto del susto. Santos dice que vinieron a saludar la paz. Que así sea…Eso depende de nosotros, de nuestra participación política.

* Red Independentista del Caribe

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